Molly Malone, la prostituta adorada en Dublín
Dublín es una de las capitales europeas con más encanto. Pequeña pero lustrosa, con un montón de edificios históricos y monumentos que visitar, parques, grandes plazas y sobre todo, muchos bares y tabernas. La diversión en la capital irlandesa nunca tiene fin, y da igual que vengas con la familia, con los amigos o por tu propia cuenta, porque siempre vas a encontrar algo que hacer. Lo único que necesitas son ganas de patearte las empedradas y grises calles de la ciudad, y un buen chubasquero por si comienza a llover. Dublín, con sus cuestas y sus desniveles, con sus curvas y sus laberínticas calles, es un lugar por done da gusto perderse… a no ser que tengas que ir arrastrando un carro enorme de madera. Esa era la misión de los mariscadores que vivían hace siglos en la ciudad, vendiendo de forma ambulante el género que ellos mismos conseguían en el puerto.
La historia ha querido que una de esas figuras, aparentemente tan poco importantes para la historia de la ciudad, se haya convertido en todo un símbolo. Hablamos de Molly Malone, un personaje que para muchos es real, y para otros, una simple leyenda. De lo que nadie duda es de que a estas alturas, la figura de esta pescadera es ya uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad de Dublín. Tal vez hayas oído hablar de ella por la canción que lleva su nombre, y que ha sido versionada en infinidad de ocasiones. Tal vez hayas podido visitar la preciosa Dublín y hayas tenido el gusto de conocer “en persona” a la dulce Molly. Sea como fuere, nosotros vamos a intentar desvelar aquí los secretos de su auténtica historia, si es que alguna vez la tuvo. Y es que un personaje tan reconocido en una ciudad tan importante no se puede quedar solo en las brumas de la leyenda, y merece obtener la consideración adecuada. Pescadera de día, prostituta de noche, Molly Malone representa el espíritu festivo y trabajador de Dublín.
Quién fue Molly Malone
Si nos atenemos a las leyendas e historias que se cuentan en la bella ciudad de Dublín, Molly Malone fue una pescadera muy reconocida que vivió en el siglo XVII. Heredando el legado familiar de la venta de mariscos en plena calle, se la podía ver arrastrando un gran carro de manera, mostrando el género, pro toda la ciudad. Su grito para llamar la atención ya se ha hecho tan famoso que es el propio estribillo de la canción que lleva su nombre. “Berberechos y mejillones tan frescos que están casi vivos”. Molly era reconocida por su potente voz, su alegría y su desparpajo, pero también por su belleza. De hecho, las historias cuentan que, para ganar algo de dinero extra, tenía un segundo trabajo, ya por la noche, donde también ofrecía otro tipo de género…
Una prostituta muy popular
Y es que muchos consideran que Molly Malone era no solo pescadera, sino también prostituta, una dualidad que sin lugar a dudas no deja indiferente a nadie. La joven, de gran belleza y mucha sensualidad, conseguía un ingreso extra gracias a estos servicios sexuales, ya que con su trabajo como pescadera apenas le llegaba para sobrevivir. Todo esto se basa en historias y leyendas de la época, desde luego, pero han llegado a nuestros días con tanta viveza que todos la dan por ciertas. De hecho, Molly se ha convertido en un símbolo para la ciudad, que ha pasado por alto sin problema su trabajo como amante sexual. En un país tan católico y en parte conservador como Irlanda, este tipo de mujeres son muy mal vistas, pero ella logró cambiar esa percepción ya en su momento.
Su monumento en Dublín
Tanto es así que, al ganar popularidad las leyendas que se contaban sobre ella, y la propia canción que se compuso a finales del siglo XIX, el ayuntamiento decidió concederle un gran honor. Creo un espectacular monumento que representaba a la joven Molly a tamaño real, empujando un gran carro de mariscos por las calles, tal y como se canta en la letra de su canción. El monumento está hecho en bronce, y fue colocado en una de las zonas más concurridas del centro de la ciudad, donde ya se ha convertido en una visita ineludible. Llama la atención que Molly es representada a la manera de la época, con un vestido encorsetado y un escote bastante exagerado. Si visitas el monumento, podrás comprobar de hecho que sus pechos están algo desgastados… Se supone que tocarlos da buena suerte, y todo el que lo hace regresa a Dublín.
El himno no oficial de la ciudad
Las historias sobre Molly se vienen contando en Dublín desde hace siglos, incluso puede que sea coetáneas a su propia existencia. Sin embargo, no fue hasta finales del siglo XIX cuando su figura obtiene mayor reconocimiento, gracias a la canción Molly Malone, compuesta por James Yorkston. El tema se ha convertido en un himno no oficial para Dublín, y todos los habitantes de la ciudad la conocen y la cantan en las fiestas. Es también conocida como La Golfa y el Carro (en una clara alusión al otro empleo nocturno de Molly) o En la Bella ciudad de Dublín, frase con la que comienza su letra. A lo largo del siglo XX han sido muchos los grupos que la han versionado, destacando seguramente la canción de The Dubliners, la que mejor acogida internacional ha logrado en estos años.
¿Existió realmente?
Desde el principio hemos ido con pies de plomo a la hora de hablar de Molly Malone como un personaje real. Y es que por más historias que se cuenten y más leyendas que haya a su alrededor, no existen pruebas de su existencia. Ningún registro en los archivos de la ciudad, ninguna pescadera con ese nombre, ni en el siglo XVII ni en ninguna otra época. La historia de Molly bien podría ser inventada, un ejemplo de homenaje a todas esas mujeres fuertes que trataban de salir adelante en la dura Dublín de la época. Según la historia, Molly murió en plena calle, de pura fiebre, después de un durísimo día de trabajo. Eso es lo que cuenta al menos su leyenda, y para los dublineses, es suficiente con eso, ya que para ellos es un símbolo, más allá de que existiera realmente o no.